La seguridad del IoT, una prioridad

En la nueva era digital, los cibercriminales utilizan métodos más sofisticados para realizar sus ataques. Reaper, Bad Rabbit o Equifax son sólo algunos de los nombres que integran una larga lista de incidentes que cada vez se producen con mayor asiduidad. En plena explosión del IoT -Gartner estima que existirán alrededor de 20.400 millones de dispositivos conectados en 2020-, todo parece indicar que los próximos ataques eclipsarán totalmente a los que hemos presenciado hasta la fecha.

Si hace tan sólo unos años las peores consecuencias de un ciberataque eran el robo de identidad, paralizar el crédito de un usuario o exponer información confidencial, en la actualidad, la enorme vorágine de dispositivos conectados ha cambiado totalmente este escenario, propiciando que las consecuencias de estos incidentes vayan más allá de las implicaciones económicas.

No obstante, y a pesar de que los riesgos asociados a la seguridad del IoT son de sobra conocidos por los usuarios, la realidad es que no afecta a la adopción de este tipo de dispositivos inteligentes. De acuerdo con un reciente informe, el 90% de los consumidores no confía en la seguridad del Internet of Things. Sin duda, resulta paradójico si tenemos en cuenta que algo más del 50% de los encuestados posee al menos un dispositivo IoT.

A mi parecer, diseñar una respuesta efectiva ante estas nuevas amenazas basadas en el Internet de las Cosas requiere entender la constante evolución de la ciberseguridad. En este sentido, los esfuerzos en seguridad deben evolucionar de la protección de los endpoints tradicionales -que operan dentro de redes seguras como dispositivos de red o sistemas informáticos-, a proteger los edgepoints, que operan al borde de la red como smartphones, tablets o dispositivos IoT.

La industria del Internet de las Cosas aún no ha adoptado las medidas de seguridad adecuadas que garanticen su futuro más inmediato. En mi opinión, tanto fabricantes como desarrolladores deben implementar una seguridad férrea en este tipo de dispositivos IoT antes de que los ataques contra éstos se vuelvan más comunes. Por ello, los fabricantes que incluyan funciones avanzadas de seguridad y protejan a sus clientes de estas amenazas gozarán de una enorme ventaja competitiva.

Por su parte, las empresas, como usuarias, también tienen el poder de hacer que la seguridad de estos dispositivos sea más estricta. En la actualidad, cada vez es más frecuente que las organizaciones integren en su organigrama empresarial la figura de un CISO que diseñe y orqueste la estrategia en ciberseguridad de la compañía. La planificación de respuesta a incidentes y la formación de los equipos en ciberseguridad deben ser una prioridad en las estrategias de las organizaciones. Asimismo, los gobiernos también desempeñarán un rol protagonista en el futuro de la seguridad del IoT, a medida que los ataques a esta industria planteen problemas de seguridad pública.

Desde mi punto de vista, el Internet de las Cosas y las tecnologías digitales disruptivas continuarán impulsando la innovación. No obstante, todos los actores que forman parte del ecosistema digital, desde los fabricantes u organismos reguladores a empresas y usuarios finales, deben poner su granito de arena para garantizar que la seguridad continúa siendo una prioridad en la nueva era digital.

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