IoT está pasando gradualmente de ser un concepto futurista a convertirse en una realidad.
El Internet de las Cosas es ya una realidad que está cambiando nuestra forma de vivir y de trabajar.
Nada más despertarse, el reloj inteligente le muestra un informe sobre cómo ha dormido esa noche. Mientras se dirige a la ducha, enciende con el móvil la cafetera para que tener listo el café del desayuno. Desde el trabajo, retrasa la hora que tiene programada para que se encienda la calefacción porque recuerda que llegará más tarde a casa. Antes, debe hacer unas gestiones.
Con su móvil geolocaliza un coche compartido, que desbloquea y paga desde la aplicación. Para en una tienda a comprar ropa, y el probador inteligente le sugiere estilismos. De camino a casa, enciende de manera remota el horno para que esté a la temperatura que marca la receta de la cena. Cuando llega a casa, ni necesita abrir el móvil: le basta pulsar un botón para encargar en tu cibertienda pañales para el bebé. Mientras lo hace, habla al altavoz inteligente para que active el servicio de música.
Esta secuencia no se encuadra en un futuro de ciencia-ficción. Todas estas acciones son ya posibles gracias al despegue de lo que se conoce como Internet de las Cosas (IoT por su acrónimo en inglés), un entorno en el que los objetos -desde maquinaria industrial hasta los electrodomésticos o los coches- pueden conectarse a Internet para recoger, enviar y recibir datos.
«IoT está pasando gradualmente de ser un concepto futurista a convertirse en una realidad que puede influir tanto en nuestra forma de vivir como de trabajar», explicaba recientemente a EXPANSIÓN Aleksander Poniewierski, responsable de IoT de EY.
La reducción de los costes de computación y la mejora de la conectividad -el 5G será fundamental al reducir drásticamente la latencia, o tiempo de respuesta- auguran un futuro hiperconectado. Gartner estimaba que el año pasado había en todo el mundo cerca de 8.400 millones de dispositivos conectados, cifra que pronostica que se disparará hasta alcanzar los 20.415 millones en 2020. Para entonces, el gasto hardware conectado en el entorno empresarial y doméstico prácticamente alcanzará los dos billones de dólares.
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Casa conectada
Uno de los ámbitos en los que se espera un avance en los próximos años es en el concepto de casa inteligente. Después de años hablando de ella, la tecnología parece estar ya madura y hay ofertas comerciales. Por ejemplo, Vodafone se ha aliado con Samsung para comercializar un kit de monitorización del hogar, Safety Starter, que permite a los usuarios saber en tiempo real lo que ocurre en su hogar cuando ellos no están. El kit se puede adquirir con un desembolso inicial de 29,9 euros y el pago de 11 euros al mes (durante 24 meses), más otros 7 euros al mes por el servicio V-Home.
La suscripción es gratuita para los clientes de Vodafone One 1 Gpbs ó 300 Mb, y se regala durante un año a los usuarios de Vodafone One 120. Para quienes no son clientes de Vodafone, cuesta 299,90 euros más los 7 euros mensuales del servicio V-Home.
El Internet de las Cosas es también la llave que abre la puerta del coche del futuro. De momento, la conectividad que se ofrece a los usuarios finales se centra en sacar partido a las ventajas que ofrece poder conectar el móvil con el sistema del automóvil.
Sin embargo, la industria trabaja para que en un futuro los coches puedan comunicarse entre sí y recibir y procesar señales externas que enviarán, por ejemplo, carreteras y ciudades inteligentes mediante redes ultrarrápidas 5G. Estos avances ayudarán a mejorar la seguridad en la conducción -que cada vez será más autónoma- y reducir la congestión del tráfico.
La revolución del coche conectado
La conectividad es ya una realidad en el automóvil. La conexión a Internet no sólo permite disfrutar de aplicaciones de entretenimiento y sistemas de navegación con información del tráfico en tiempo real, sino que también abre la puerta a nuevos servicios. Por ejemplo, destaca la llamada de emergencia en caso de colisión, elemento obligatorio para todos los coches de nueva homologación, que permite geolocalizar el vehículo accidentado. En el caso de los servicios de coches compartidos, la conectividad es un elemento clave, puesto que hace posible gestionar en tiempo real la reserva, localización, apertura y cierre del coche, así como el pago e incluso el reporte de incidencias.
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