Hacia una salud digital: el usuario en el centro del sistema sanitario
Si echo la vista atrás y pienso en la salud a lo largo de mi vida, lo que me viene a la mente es una sucesión de episodios de enfermedades, más o menos graves, desde el típico catarro a una extirpación de amígdalas, algunos solucionadas en la sanidad pública y otros en la privada, de forma satisfactoria, y eso sí, completamente desconectadas entre sí. Y es que esto es la salud para la mayor parte de las personas: la lista de las enfermedades que has tenido, y donde el protagonista de tu salud es tu enfermedad y el médico que te atendió. ¿Y tu protagonismo en todo eso? Si acaso como paciente.
Pero la sociedad está ampliando el concepto de salud y ya no se limita únicamente a la ausencia de enfermedad. La mayor esperanza de vida por un lado, y el desarrollo del estado del bienestar, por otro, hacen que las personas seamos más conscientes de nuestra salud, también cuando estamos sanos. Y los hábitos y estilos de vida saludables ahora ya forman parte de la ecuación.
Lo digital también tiene un papel protagonista en estos cambios. La irrupción en el mercado de las tecnologías digitales, tanto apps en el móvil como dispositivos wearables y IoT, consigue que llevar un registro de determinadas variables de tu salud, como la actividad física, las horas de sueño, la frecuencia y la tensión cardíaca, y hasta la glucosa o el colesterol en sangre, es algo sencillo y al alcance de todos. Y por eso empieza a ser una realidad que las personas tienen un conocimiento y una concienciación sobre la propia salud hasta ahora desconocidos. Las personas empiezan a entender que la salud empieza por cuidarse uno mismo, por tener actividad física moderada y frecuente, por cuidar la alimentación, y la tecnología ayuda a registrar estos hábitos, a saber que menos de 10.000 pasos al día no son suficientes, y hasta te avisa si no cumples con los mínimos recomendables. En una palabra, empezamos a hablar del “empoderamiento” de las personas respecto de su salud.
Pero lo digital no se queda en esto. Va mucho más allá. Merece la pena echar un vistazo a lo que ya ha ocurrido en otros ámbitos de la sociedad. Para decidir en qué hotel pasar sus vacaciones o a qué restaurante ir a cenar, es el usuario el que decide, a partir de toda la información que puede encontrar en Internet. Ya no es otro quien decide por ti lo que vas a ver esta noche en televisión, y ya no tienes que comprar un DVD con montón de canciones de un artista del que sólo te interesan dos. Hasta en el mundo del taxi, donde antes el usuario se montaba cada vez en el taxi que le tocaba (con suerte desigual), ahora ya no es así y el usuario está en el centro, y decide qué taxi le interesa utilizar en cada ocasión, utilizando una app en el móvil. El usuario tiene el control. El usuario tiene el poder.
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