Modos de fabricación existentes + revolución tecnológica = mayor productividad y menos costes. Para explicar brevemente qué se esconde bajo el término 4.0, podemos acudir a una fórmula como esta. Así, la aplicación de tecnologías disruptivas a los procesos de producción industrial promete instalaciones inteligentes y gestión más eficiente de los recursos, y a menor coste.
La lista de avances de la Industria 4.0 empieza por la producción aditiva y flexible, aprovechando todas las capacidades para reducir la ociosidad, y reaccionando frente a la demanda lo más cercano posible al tiempo real y con un menor time-to-market; y continúa por la automatización para la autogestión y a la autoreparación de las máquinas, adelantándose a su rotura y estando menos tiempo paradas. Algunos estudios se atreven a pronosticar cifras que reducen el tiempo de inactividad en un 45%, mientras que aumenta la producción del 20 al 25%, como dice el ICEMD, el Instituto de Economía Digital perteneciente al ESIC.
Después de las tres grandes re-evoluciones de la era industrial en los procesos de fabricación –la mecanización con la máquina de vapor, su sustitución por la electricidad y el modelo de producción en serie, y la primera ola de automatización basada en la electrónica y la informática–, nos encontramos de pleno en la cuarta vuelta de tuerca, traída por la digitalización y la sensorización de los equipos.
Aunque llevemos más de 50 años contemplando cómo el paso de los transistores a los microprocesadores ha ido abstrayendo las bases de la gestión en toda la cadena de producción, animada por la productividad y la reducción de costes; con Industria 4.0 se quiere etiquetar el momento actual en el que ya se manejan de manera habitual en las fábricas los robots autónomos y colaborativos, los simuladores, la realidad aumentada, la impresión 3D y la producción aditiva y escalable, a la que se unen las grandes palancas de la computación en la nube, el Internet de las Cosas, el Big Data, la inteligencia artificial y la ciberseguridad. Y transversalmente a todo proceso productivo, se encuentran la logística y la eficiencia energética.
Es curioso que empresas de todo tipo, incluso las dedicadas al B2B, están poniendo su foco de atención en la manera de hacer llegar sus productos y servicios a sus clientes, de manera directa e indirecta, como las de B2C. Actores como Amazon, eBay o Alibaba son en gran medida un gran aliado con sus marketplaces, pero también se están volviendo un tremendo competidor, y está pasando no solo en el área de la distribución, sino de la venta. Venta directa de productos que hace un par de años se hubiera creído imposible, desde coches de serie hasta alimentos frescos como fruta y pescado. Será la batalla por la última milla.
Gracias al desarrollo de las tecnologías asociadas a la Industria 4.0, algunos estudios se atreven a pronosticar cifras que reducen el tiempo de inactividad en un 45%, mientras que aumenta la producción del 20 al 25%
El otro aspecto que está siendo objeto de gran atención por los fabricantes es el de la gestión energética. Reducir la factura final de la luz y contribuir a la preservación del medio ambiente son dos objetivos que redundan en la cuenta de explotación, vía directa por la reducción del gasto, y vía indirecta por la mejora de la reputación.
La “Smart Energy” es una tendencia cada vez más indisoluble de la propia Industria 4.0, como se pudo ver y oír en el pasado congreso organizado por el enerTIC European Hub dentro del más grande de @asLAN. “En el año 1993, la asociación organizó el primer salón monográfico en torno al protocolo TCP/IP en España y actualmente la Red, el eje conductor de estas 25 ediciones está omnipresente en todos los ámbitos de nuestra sociedad y economía. Ahora la tecnología digital está en la estrategia corporativa de cualquier organización que quiera sobrevivir en el medio plazo”, comenta Markel Gruber, presidente de la asociación @asLAN, que reúne a 120 fabricantes y distribuidores informáticos y de telecomunicaciones de todo tipo y tamaño.
Está claro que la incursión en la Industria 4.0 compete a las empresas involucradas en su propio futuro. Para ello, al margen de las ayudas públicas, las vías de financiación principales no diferirán del habitual endeudamiento financiero, o mediante la de la productividad, eficiencia y reducción del gasto.
Aquí, el ahorro energético es clave, pues en una industria como la automovilística o la química, por poner dos ejemplos, el monto de la factura de la luz y del gas para que todo funcione es de muchos ceros.
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